4 de julio de 2019


(Julio 2019)

Preparación.

¿Cuántas veces no has escuchado decir: “la oportunidad llega solo una vez en la vida y hay que estar preparado para aprovecharla”?

Se la escuchaste a tu mamá mil veces. Te lo dijo tu papá otras quinientas, y probablemente en el trabajo otras doscientas.

Falso y verdadero.

La oportunidad se presenta constantemente. El detalle del asunto es que no siempre aparece como queremos, en la forma que deseamos, con la persona que nos imaginamos o en el trabajo ideal que siempre hemos soñado.

Lo que sí es verdad es que hay que estar preparado porque no sabes cuándo va a llegar y lo más importante, el “disfraz” con la que se presente. Y te digo, frecuentemente llega de una manera totalmente distinta a como nos la imaginamos. Y agrego, la oportunidad frecuentemente se desprende de una situación difícil, que nos reta. La oportunidad se presenta como consecuencia de nuestras acciones, actitudes y comportamientos al superar un obstáculo, un momento de tensión.

Con esto, quiero aclarar, no estoy diciendo que eso de las oportunidades sea algo difícil o que cueste mucho trabajo. No. Lo que quiero decir es que la circunstancia y los antecedentes se presentan en un entorno de reto, de superación, de desempeño, de demostrar tus capacidades de solucionar algo de manera rápida, efectiva, y con el menor daño colateral posible.

Ahí es donde entra la preparación.

Y no voy a definir el término ya que se entiende perfectamente.

Lo que sí haré, es pedirte que tu preparación comience ya. O mejore. Y que sea permanente. Siempre. Toda la vida. No es quince días antes del examen. No es una semana antes de la competencia. No es a principio de año con las doce uvas. No es cuando te sientas cómodo y alegre. No es un ratito ahora que tengas tiempo.

La preparación es aquí, ahora, diario, permanente, con su debido equilibrio entre descanso, trabajo y preparación.

Ante cualquier evento, oportunidad o reto, cuando tú no estás preparado, lo que sientes no es presión. Tú sientes miedo. Así de sencillo.

Y el miedo te devora y cuando fracasas por no haber estado preparado, surgen todos los pretextos y disculpas para cubrir tu incapacidad.

Repito. Cuando no estás preparado, no sientes presión. Sientes miedo. Y después de fracasar, sólo tú sabes cómo es el remordimiento interno que te recuerda incesantemente que fracasaste por flojo, por falta de preparación determinación y constancia. Y eso amigos, duele, y mucho.

Prepárate.

Todo el tiempo.

No es una obsesión. Es un hábito.

Siempre hay algo que leer y aprender. Siempre hay alguien a quién preguntarle.

Aprovecha tu tiempo. Aprende algo nuevo y lo más importante, ponlo en práctica.

La preparación es un hábito. Asúmelo. Sé constante.

Si estás preparado, simplemente mantente atento, observa y cuando la ocasión se presente, alza la mano. Di, “es para mí,” “ese soy yo,” “para eso me he preparado todos los días, para estar en la cancha.” Y no se te olvide que la oportunidad no es ese momento bonito, angelical, con trompetas, que llega y te dice: “aquí está lo que siempre has querido.” No.

La oportunidad es ese momento complejo, rudo, difícil, que nadie quiere asumir porque se “puede manchar.” Lo que sucede es que ellos no están preparados, no tienen el tamaño de asumir las responsabilidades y luego brindar resultados. Pero tú sí lo estás.

Así que, a prepararse todos los días porque la oportunidad sí llega, y muchas veces, pero hay que reconocerla y estar preparados para asumirla.

Con cariño y respeto.
Su amigo,
Roberto Mendoza C.


*Busca. Infórmate. Cuestiona. Comprende*
“La Verdad Es, Independientemente de lo que te Hayan Enseñado a Creer”