6 de septiembre de 2018

(Septiembre 2018)

La superstición puede ser letal.

Producto de historias, creencias o tradiciones, cuando una idea es tan fuerte en la mente de una persona, familia, sociedad o región, sin duda, produce lo que ese consciente colectivo cree que sucederá.

Por lo regular, la superstición está asociada a una creencia o evento negativo.

Que si no usas los calcetines de la suerte en tu junta mensual, te irá mal. Que si vas a la casa de fulano y no traes tu amuleto que te regaló la abuela, vas a recibir las malas vibras de esa familia. Que si no rezaste por la mañana o no te pusiste el agua bendita, tu día tendrá complicaciones tal y como la última vez que se te olvidó. Ustedes saben a lo que me refiero.

Ahora, cuando ese tipo de ideas son compartidas por un grupo de personas –digamos a nivel social- los pensamientos se multiplican debido a la superstición.

Específicamente me refiero a lo que se está percibiendo en estos momentos en mi país. Ha llegado el mes de septiembre, y con él, los terribles recuerdos del terremoto.

Es común escuchar comentarios en el sentido de que “ya llegó septiembre, va a temblar”.  “Estamos en septiembre, no hay que subir a los pisos altos del edificio.” Llegas al hotel y le dices a quien te atiende en la Recepción: “pero dame un cuarto en los primeros pisos, por si tiembla.” Estás en la escuela y le dices a tu maestro: “no, ese salón está en el quinto piso, ¿y si tiembla?”

Sin duda, todo es posible en estos tiempos de cambio y transformación. Los traumas que han dejado eventos similares en el pasado son entendibles. Hay gente que lo perdió todo.
Sin embargo, la fuerza que produce el temor en una sociedad, puede ser desastrosa, al generar el potencial de que se haga presente algo que no está contemplado.

El miedo es sumamente poderoso cuando entra en la mente de una persona; lo controla todo. Y si la mente es tan poderosa, lo es más cuando un número infinito de personas piensan en algo similar. Y si los Medios –por ignorancia o sensacionalismo- hablan de lo mismo una y otra vez, comienza a generarse una psicosis alrededor de algo que puede ser, pero que probablemente no debería presentarse.

Es decir, con ese tipo de miedos alimentamos una realidad que puede presentarse, pero que con esa energía de la superstición, creamos un imán para incrementar las probabilidades de que un evento ocurra.

Alguna vez escuche la explicación que daba una Entidad sobre los huracanes o ciclones. Esta Entidad explicaba que esos fenómenos meteorológicos estaban diseñados para permanecer en los mares, en donde cumplen con una función específica. Pero que el propio humano con su temor y al pensar obsesivamente en ellos, genera una preocupación tal, que los atrae a las costas.

Todos los días, escucha sobre el Huracán, los Medios hablan de eso frecuentemente tratando de alertar a la población, la gente no deja de pensar en ello y esa energía es como un imán que incrementa la fuerza del fenómeno y lo atrae a las costas.

Se me hizo interesante y lo consideré como una explicación que pudiera tener sentido.

De ahí que lo comparto con ustedes.

De California, hasta la Patagonia, nuestro territorio es sísmico y volcánico. Erupciones y temblores son parte de nuestra vida todos los meses. De diferentes magnitudes e intensidades, hemos aprendido a vivir con ellos, a pesar de dolorosas experiencias. Y frecuentemente se nos recuerda que estos momentos de transición y limpieza de la Tierra, esas expresiones de Gaia son más constantes y algunas veces, más severas.

Pero si nosotros como habitantes de esta región, esa energía del miedo y la superstición la invirtiéramos.

Es decir, si en lugar de que con el miedo incrementemos la posibilidad de manifestar un fenómeno o su intensidad, usáramos la energía de la confianza para aceptar lo que se pudiera presentar, pero enviando un buen pensamiento, energía o vibración para menguar la fuerza de la erupción o el movimiento telúrico, ¿tendríamos resultados?

Lo único que estoy sugiriendo es que se invierta la polaridad de nuestros pensamientos. Si pensar en algo negativo con mucha fuerza aumenta las posibilidades de que se presente, entonces, pensar o desear algo positivo con intención pura debería generar los mismos resultados, pero favorables.

Bueno, pues si ustedes aceptan mi respetuosa invitación, Hagámoslo.

Primero, ya nada de supersticiones. Lo que pasó ayer no tendría por qué repetirse hoy. Cada día y su contenido, es distinto. Después, vamos a generar una intensión pura, dominante y creíble. Un pensamiento sano que esté a nuestro alcance. Nada de exageraciones. Tercero, compartirlo -y no de voz necesariamente- sino por pensamiento. Con una sonrisa, con una expresión de optimismo.

La gente puede pensar que somos idiotas mostrando esa expresión en tiempos tan complejos. Pero habrá otros que sientan que la confianza que expresamos es genuina y quieran preguntarnos, ¿por qué tienes ese semblante a pesar de la situación?

Y finalmente, vivir con esa seguridad de que independientemente de lo que suceda –porque esos fenómenos no los controlamos- tenemos la certeza de ponernos en manos de esa fuerza o creencia superior que habita en nuestro interior y nos ayuda para siempre estar en el momento correcto, con las energías apropiadas. Y así, pase lo pase, estaremos en donde debemos estar, listos para ayudar.

De una vez por todas, dejemos atrás la superstición y el miedo, para invertir la ecuación y generar una mejor vibración. No sé en qué grado y con qué alcance, pero si nos sumamos con un pensamiento y un comportamiento positivo, es probable que lo vaya a suceder o no, tenga una magnitud muy distinta a lo que se pudiera presentar si la gente está esperando lo peor.

Con cariño y respeto.
Su amigo,
Roberto Mendoza C.


*Busca. Infórmate. Cuestiona. Comprende*
“La Verdad Es, Independientemente de lo que te Hayan Enseñado a Creer”

(Septiembre 2018)

¿Alguna vez te he tocado observar a alguien con una pasión desbordada, apostando desde dos mil pesos hasta su casa, su auto, su esposa –jeje- en carreras de caballos, en las cartas o, en una pelea de gallos?, y los hay más radicales, que ¡apuestan la cabellera por el resultado del partido de futbol del domingo!, también los hay que ya jugando de manera patológica (como una enfermedad) apuestan la quincena y hasta la manutención de la familia en algún juego de azar.

Piensa en esto ¿en alguna ocasión, convencido de que el equipo de tus amores ganará el partido haz llevado tu pasión futbolera al grado de apostar, ya sea dinero, la cabellera o tal vez una cena?.

Y fíjate en algo, apostar es una conducta que obedece a una fé extraordinaria en que “algo” va ”o no” a pasar.

La definición de fé nos indica que es: la capacidad de creer en aquello que no puedes probar o demostrar.

Claro que hay apostadores casi profesionales que analizan los resultados de los partidos anteriores en la temporada, están siempre al pendiente de cuántos y qué jugadores están lesionados y de qué posibilidades reales existen de ganar la apuesta. En todo caso… es su fé, la convicción de que su análisis respecto a su equipo favorito y al desempeño de los jugadores el día del partido lo que los hace… apostar.

Ahora bien… ¿cuántas  veces en tu vida has tenido la suficiente fé en tí mismo como para apostar?.
Cuantas veces te has mirado al espejo y en un compromiso contigo mismo, te has dicho ¡apuesto por mí!, apuesto a que este mes bajo de peso, a que dejo de fumar o a que llego temprano a mi trabajo todos los días. ¡Apuesto a que este fin de semana arreglo el cuarto de los “trebejos”, paso más tiempo con la familia o me intereso por ayudar a alguien!. ¡Apuesto a que toda la semana me disciplino y hago ejercicio diariamente! Apuesto a que esta semana no utilizaré ninguna excusas ni algún pretexto. A que me enfocare al 100% en lo que tengo que hacer… y lo hare bien al 100%.

Te invito a que reflexiones hace cuánto tiempo que no tienes –en efecto- la suficiente fé en tí mismo como para “jugártela por ti”, como para empeñar tu honra en que harás un esfuerzo hoy por ser tú quien dé el primer paso para arreglar tu matrimonio, por ser tú quien esté del lado de los SI y no de los NO. Apuesta. Cree lo suficiente en tí como para decir hoy voy a hacer las cosas de manera  consciente y contundente para ser feliz.

Asunto que no es nada difícil. Es simple y sencillo. Retira todas las telarañas mentales que te tienen atado a ser Mister ó Miss Quejumbres. Deja de ser de esos que le encuentran un problema a cada solución. Aquellos que dicen que la labor está muy difícil como para siquiera iniciarla.
Deja de lado esa creencia y atrévete por una vez a iniciar alguna de esas cosas que hasta ahora te has negado a realizar o a las que “les tienes miedo”. Una vez que lo hagas la primera vez y que experimentes que lo difícil no está por ningún lado, lo demás será “miel sobre hojuelas”.

Recuerda que no hay nada a que temer. El miedo no es más que falta de información. Pero si tienes la suficiente, ¿a qué le temes? ¿a que algo no te salga bien, o a la primera? ¿a que se rían de ti? Por favor, si eso es parte de la vida. Con esos pequeños detalles es que vas creciendo y te vas dando cuenta de tu potencial. Si no te mueves, no te equivocarás, claro, pero nunca lograrás nada.

Así que, vamos. Apuesta por ti. Y en grande. Vamos por el premio mayor.

¿Te animas?

Te agradezco que hayas visitado este espacio y te mando un saludo Desde Aquí...
Silvia Limón