(Abril 2020)
En tiempos difíciles, cuando la mayoría de personas son
presas del drama y del pánico, debes tomas una postura y dejarla bien en claro.
O eres parte del problema, o te conviertes en parte de
la solución.
O vives en el drama que provoca la incertidumbre, o te
informas y te aseguras de hacer lo correcto, desde tu perspectiva, y producto
de la adecuada evaluación de la situación.
El problema es que, durante las situaciones difíciles,
en donde todo se sale de proporciones, la gente no piensa. Se espanta, se
paraliza y espera que otros le digan qué hacer. Desafortunadamente también son
víctimas del pánico y el drama. No lo podemos negar, a la mayoría de humanos
les gusta y disfrutan del drama. Es una forma de darle sentido a sus vidas.
Afortunadamente tú no eres de ese tipo de personas. Y
aunque pocos, habemos quienes cuestionamos, y lo hacemos seriamente. Evaluamos
el entorno. Tomamos de referencia eventos anteriores, el contexto, los
protagonistas. Nos gusta documentarnos, consultar a gente que pueda tener
información válida. Y no por las opiniones que expresa, sino por los argumentos
que comparte. Lo cual, son cosas diametralmente distintas.
No se trata de creencias, ni de quién está bien o mal.
Antes condiciones de incertidumbre, consulta, aplica tu discernimiento,
recuerda experiencias anteriores y actúa bajo tu convicción. Lo peor que puedes
hacer es caer en la desesperación de la masa, en la angustia del inconsciente
colectivo, de los oportunistas y el drama de las personas que solo esperan a
que alguien les diga cómo pensar y reaccionar.
Como siempre. Sé distinto. Sé esa persona propositiva
que tiene una opinión diferente. No por terco, o por “rebelde sin causa.” Sino
porque está informado, es respetuoso de las creencias de los demás, pero por
encima de todo exige que respeten las suyas.
Claro, se prudente. Respeta la angustia y
preocupaciones de los demás. Pero recuerda, no tienes por qué hacerlas tuyas.
Son de ellos, no tuyas.
No olvides que ante la desesperación de una masa,
cuando te comportas de manera distinta, para ellos, tú eres el que está mal, el
desobediente.
Ni te molestes en tratar de convencerlos. Es inútil.
Haz lo que debes hacer. Te has preparado durante
muchos años para saber qué hacer en tiempos de adversidad. Ellos no. Ellos no
se han preparado, ni experimentado lo que tú has permitido a lo largo de tu
vida y te ha dado enseñanzas, vivencias, y el carácter para saber cómo actuar.
Ellos no lo tienen. Son realidades completamente
distintas. Ni lo intentes.
Así que confía en lo que eres y sabes.
¿Te van a criticar? Sí. ¿Te van a señalar? Sí. ¿Se van
a burlar de ti? Probablemente. Es de los pocos recursos que los demás tienen
para desfogar sus miedos y frustraciones. Sin embargo, avanza. Haz lo que debes
hacer. Prospera con el ejemplo.
No digas nada. Solo haz. Respeta y tolera los
comportamientos de los demás. Recuerda que ellos están en “su realidad” y tú,
“en la tuya.”
Sé precavido, pero actúa con seguridad. Son momentos
interesantes que revelan el carácter de las personas.
Y cuando la adversidad pase y se empiecen a revelar
cosas que nunca se supieron mientras el pánico dominaba a las personas,
aquellos que te vieron actuar con sensatez durante la adversidad, probablemente
reconozcan que hay algo diferente en ti que te hace reaccionar distinto y se
hagan muchas preguntas serias sobre lo ocurrido.
Y tú, como siempre, en lo tuyo. Siempre al servicio,
con seguridad y confianza, a pesar de cualquier circunstancia.
Nadie te lo va a reconocer. Pero si tú eres de los
pocos que mantienen encendida su luz en tiempos de obscuridad, pero te
desanimas y la apagas, entonces, ¿quién va a iluminar el camino?
Y que no se te olvide. No lo haces por ellos. Lo haces
por ti. Esa es tu naturaleza.
Y si tus acciones iluminan o inspiran a los demás, tu
gran regalo es que ellos –probablemente- sabrán qué hacer.
Con cariño y respeto.
Su amigo,
Roberto Mendoza C.
*Busca. Infórmate. Cuestiona. Comprende*
“La Verdad Es, Independientemente de lo que te Hayan Enseñado a Creer”