¿Qué tan difícil ha sido para ti el seguir siendo tú
mismo, a pesar de la presión social?
En estos momentos en donde sigue la “invitación” a que
obedezcas ciertos lineamientos que van desde la sugerencia hasta la orden con
consecuencias, dependiendo de la región del país en donde vivas, o dependiendo
del país en el que vivas, uno de los conflictos innecesarios que te incomodan
son los comentarios de los demás –de frente o a tus espaldas- por obedecer “lo
que dicen en la tele,” o lo que dicen las autoridades.
Nadie está llamando a la desobediencia. Hay que ser
sensatos.
Sin embargo, tampoco permitas que nadie quiera
cuestionar y menos, eliminar, ti vitalidad, tu convicción, y tu responsabilidad
de ser un ejemplo de otro tipo de entendimiento que te permite ser diferente,
producto de tu crecimiento y avance personal.
Ese conocimiento que te convierte en una luz o lámpara
en el camino obscuro por el que millones de personas transitan en este momento.
Que nadie -por favor- nadie, te haga cambiar ese
dinamismo y certeza personal de que tú te has ganado el derecho de ser distinto
a los demás. Y no porque seas Superman. Sino por el hecho de que a lo largo de
tu vida ya viviste lecciones que te han enseñado y te han hecho crecer. Ya
sufriste anteriormente, ya lloraste, y ya te dejaste llevar por lo que otros te
dijeron y que nunca fue cierto. Sólo te querían manipular y usar.
Ahora ves las cosas con otra perspectiva, y las
lesiones, enfermedades, sufrimientos y engaños del pasado, ahora representan un
aprendizaje que los demás apenas están por vivir o están viviendo.
Tú te has ganado el derecho a disentir, proponer, a
demostrar con tu vida y ejemplo que por supuesto hay más alternativas que la
realidad “impuesta” y el miedo que quieren generar por diversas razones.
Repito, no es rebeldía a lo tonto. No es
desobediencia.
Simplemente es ejercer tu derecho a ser tú mismo, y
serlo plenamente. Que ninguna orden ejecutiva o decreto te cambie. No
modifiques tu esencia.
Es aquí precisamente, cuando las circunstancias
externas son difíciles y la presión social hace que te dejes llevar por el
miedo y la ignorancia. Sin embargo, tú puedes demostrar lo que la vida, los
retos y las satisfacciones te han enseñado. Sí, aquí, frente a la adversidad.
Como siempre decimos. No se trata de convencer a
nadie, ni de evangelizar. Menos, pedir a los demás que cambien. No. No.
Se trata de que tú vivas con el ejemplo, con la
seguridad, la compasión y el respeto que hacen de ti una persona auténtica, y
que sin importar las condiciones, vive una vida “muy suya,” convencido de lo
que eres, tu propósito en la vida, y tu manera de prestar servicio a los demás.
Si en tu vida hay gente que tiene tanto miedo, no
quiere salir, y está espantado porque se puede morir, que se mantengan
encerrados. Es su creencia, respétalos, pero que te dejen de imponer lo que
ellos creen. Si hay ese tipo de personas: vecinos o familia, respeta sus miedos
y sus vivencias. Son muy suyas. Pero también exige que te respeten a ti, porque
tu conducta es mu tuya y te lo has ganado a lo largo de muchos años de vida.
Quien tenga miedo, que se quede en el lugar más seguro
que tenga, pero que nadie quiera imponerle a los demás sus miedos e
inseguridades. No lo permitas. Si te dejas una vez, va a ser más fácil que el
día de mañana te impongan otro tipo de restricciones.
Ya bastante daño económico y mental ha creado esta
situación.
Quien tenga miedo, que se oculte.
Mientras tanto tú, no dejes de iluminar cada camino
por el que cruces. No trates de convencer ni imponer nada a nadie. No es tu
tarea. No te metas con la vida de los demás porque cada quien está en el lugar
perfecto donde tiene que estar, viviendo lo que debe vivir.
Mientras tanto tú, mantienes tu labor viviendo una
vida diferente.
Si alguien más te ve, que se pregunte: ¿y por qué
él/ella tiene la confianza que todos los demás han perdido? Y ojalá que en ese
cuestionamiento les llegue la idea de que existen otras formas de ver y vivir
tu realidad.
Tristemente, la mayoría cree que eres un portador más
de posibles enfermedades y los puedes contagiar.
Lo que deberían saber es que muchos de ustedes son
portadores de la vitalidad, entereza, fuerza, salud y esperanza, y que ojalá
pudieran contagiar a los demás de tanta vitalidad y paz mental.
Con cariño y respeto.
Su amigo,
Roberto Mendoza C.
*Busca. Infórmate. Cuestiona. Comprende*
“La Verdad Es, Independientemente de lo que te
Hayan Enseñado a Creer”