(Septiembre 2018)
La superstición puede ser
letal.
Producto de historias,
creencias o tradiciones, cuando una idea es tan fuerte en la mente de una
persona, familia, sociedad o región, sin duda, produce lo que ese consciente
colectivo cree que sucederá.
Por lo regular, la
superstición está asociada a una creencia o evento negativo.
Que si no usas los
calcetines de la suerte en tu junta mensual, te irá mal. Que si vas a la casa
de fulano y no traes tu amuleto que te regaló la abuela, vas a recibir las
malas vibras de esa familia. Que si no rezaste por la mañana o no te pusiste el
agua bendita, tu día tendrá complicaciones tal y como la última vez que se te
olvidó. Ustedes saben a lo que me refiero.
Ahora, cuando ese tipo de
ideas son compartidas por un grupo de personas –digamos a nivel social- los
pensamientos se multiplican debido a la superstición.
Específicamente me refiero a
lo que se está percibiendo en estos momentos en mi país. Ha llegado el mes de
septiembre, y con él, los terribles recuerdos del terremoto.
Es común escuchar
comentarios en el sentido de que “ya llegó septiembre, va a temblar”. “Estamos en septiembre, no hay que subir a
los pisos altos del edificio.” Llegas al hotel y le dices a quien te atiende en
la Recepción: “pero dame un cuarto en los primeros pisos, por si tiembla.” Estás
en la escuela y le dices a tu maestro: “no, ese salón está en el quinto piso,
¿y si tiembla?”
Sin duda, todo es posible en
estos tiempos de cambio y transformación. Los traumas que han dejado eventos
similares en el pasado son entendibles. Hay gente que lo perdió todo.
Sin embargo, la fuerza que produce
el temor en una sociedad, puede ser desastrosa, al generar el potencial de que
se haga presente algo que no está contemplado.
El miedo es sumamente poderoso
cuando entra en la mente de una persona; lo controla todo. Y si la mente es tan
poderosa, lo es más cuando un número infinito de personas piensan en algo
similar. Y si los Medios –por ignorancia o sensacionalismo- hablan de lo mismo
una y otra vez, comienza a generarse una psicosis alrededor de algo que puede
ser, pero que probablemente no debería presentarse.
Es decir, con ese tipo de
miedos alimentamos una realidad que puede presentarse, pero que con esa energía
de la superstición, creamos un imán para incrementar las probabilidades de que
un evento ocurra.
Alguna vez escuche la
explicación que daba una Entidad sobre los huracanes o ciclones. Esta Entidad
explicaba que esos fenómenos meteorológicos estaban diseñados para permanecer
en los mares, en donde cumplen con una función específica. Pero que el propio
humano con su temor y al pensar obsesivamente en ellos, genera una preocupación
tal, que los atrae a las costas.
Todos los días, escucha
sobre el Huracán, los Medios hablan de eso frecuentemente tratando de alertar a
la población, la gente no deja de pensar en ello y esa energía es como un imán
que incrementa la fuerza del fenómeno y lo atrae a las costas.
Se me hizo interesante y lo
consideré como una explicación que pudiera tener sentido.
De ahí que lo comparto con
ustedes.
De California, hasta la
Patagonia, nuestro territorio es sísmico y volcánico. Erupciones y temblores
son parte de nuestra vida todos los meses. De diferentes magnitudes e
intensidades, hemos aprendido a vivir con ellos, a pesar de dolorosas
experiencias. Y frecuentemente se nos recuerda que estos momentos de transición
y limpieza de la Tierra, esas expresiones de Gaia son más constantes y algunas
veces, más severas.
Pero si nosotros como
habitantes de esta región, esa energía del miedo y la superstición la
invirtiéramos.
Es decir, si en lugar de que
con el miedo incrementemos la posibilidad de manifestar un fenómeno o su
intensidad, usáramos la energía de la confianza para aceptar lo que se pudiera
presentar, pero enviando un buen pensamiento, energía o vibración para menguar
la fuerza de la erupción o el movimiento telúrico, ¿tendríamos resultados?
Lo único que estoy
sugiriendo es que se invierta la polaridad de nuestros pensamientos. Si pensar
en algo negativo con mucha fuerza aumenta las posibilidades de que se presente,
entonces, pensar o desear algo positivo con intención pura debería generar los
mismos resultados, pero favorables.
Bueno, pues si ustedes
aceptan mi respetuosa invitación, Hagámoslo.
Primero, ya nada de
supersticiones. Lo que pasó ayer no tendría por qué repetirse hoy. Cada día y
su contenido, es distinto. Después, vamos a generar una intensión pura,
dominante y creíble. Un pensamiento sano que esté a nuestro alcance. Nada de
exageraciones. Tercero, compartirlo -y no de voz necesariamente- sino por
pensamiento. Con una sonrisa, con una expresión de optimismo.
La gente puede pensar que
somos idiotas mostrando esa expresión en tiempos tan complejos. Pero habrá
otros que sientan que la confianza que expresamos es genuina y quieran
preguntarnos, ¿por qué tienes ese semblante a pesar de la situación?
Y finalmente, vivir con esa
seguridad de que independientemente de lo que suceda –porque esos fenómenos no
los controlamos- tenemos la certeza de ponernos en manos de esa fuerza o
creencia superior que habita en nuestro interior y nos ayuda para siempre estar
en el momento correcto, con las energías apropiadas. Y así, pase lo pase,
estaremos en donde debemos estar, listos para ayudar.
De una vez por todas, dejemos atrás la superstición y el miedo, para invertir la ecuación y generar una mejor vibración. No sé en qué grado y con qué alcance, pero si nos sumamos con un pensamiento y un comportamiento positivo, es probable que lo vaya a suceder o no, tenga una magnitud muy distinta a lo que se pudiera presentar si la gente está esperando lo peor.
Con cariño y respeto.
Su amigo,
Roberto Mendoza C.
*Busca. Infórmate. Cuestiona. Comprende*
“La Verdad Es, Independientemente de lo que te Hayan Enseñado a Creer”