22 de mayo de 2009

NUEVA ENERGIA. * La Totalidad del Ser Humano. Cuerpo, Mente y Espíritu *

“A través de nuestra historia como seres humanos hemos tenido ejemplos de lo limitado que somos cuando ignoramos nuestra totalidad, y en cambio nos concentramos en un sólo aspecto de nuestro ser. Si nos concentramos en la mente, nos convertimos en intelectuales, controlados por el ego y la lógica, pero con limitada compasión. Si nos concentramos en el cuerpo nos absorbemos en sus necesidades y nuestra atención se reduce sólo al aspecto físico. Si nos concentramos en el espíritu, ignoramos nuestra humanidad y ya no podemos interactuar al nivel humano”….Jenny Hoffman. ¿Cuántas veces no nos hemos preguntado el por qué nuestras expresiones externas no son congruentes con nuestros mecanismos internos o nuestros sentimientos? En ocasiones decimos algo que en realidad no pensamos, pero lo soltamos y muchas veces herimos con nuestras palabras. En otras, pensamos algo y cuando tenemos a la persona indicada para podérselo decir, no entendemos la que fuerza nos impide expresar nuestros sentimientos. Cuando decimos algo que no pensamos, luego nos arrepentimos de nuestras palabras. Cuando se nos queda en el interior algo que debimos haber expresado, nos remuerde la conciencia. ¿Por qué en repetidas ocasiones la Mente domina al Corazón? ¿Cuántas veces el Corazón siente que tiene la razón, pero la Mente no lo deja expresare? ¿Cómo es posible que el Cuerpo manifieste una necesidad que la Mente rechaza? ¿No comprendemos que los motivos del Corazón no tienen las explicaciones que exige la Mente? ¿No entendemos que las necesidades del Cuerpo pueden rebasar las señales de precaución de la Mente, incluso retar a los llamados internos del Corazón? ¿Cómo funcionamos? ¿Somos una entidad física dividida en Cuerpo, Mente y Alma? O, ¿Somos una entidad divina, expresándose en un vehículo físico en donde convergen con la misma fuerza Cuerpo, Mente o Corazón? Jennifer Hoffman, reconocida autora internacional en temas de inspiración y conciencia, explica de manera sencilla un tema que puede ser extremadamente complejo. En su un reciente artículo titulado “The Experience of Wholeness”(La Experiencia de la Totalidad), La Sra. Hoffman se refiere específicamente a estas situaciones tan comunes entre los seres humanos. A continuación me permito traducir parte de ese artículo, con el deseo de que ustedes puedan encontrar sabias respuestas a tan inquietantes preguntas. “…La mente no es mala, no es destructiva o defectuosa en su funcionamiento. El propósito de la mente es asegurarse de que el cuerpo opera de manera eficiente y efectiva, proporcionando memoria y un cierto nivel de razonamiento dentro de la tercera dimensión. Cumple su propósito de una manera exacta y mecánica. Sin embargo, la mente está limitada a su propia historia, memoria y restricciones, si tener la perspectiva más elevada que proporciona el espíritu. Sin el cuerpo, la mente no tiene uso, y sin el espíritu, la mente funciona con sus ciclos preprogramados de memoria y de historia. Cuando trabaja con el espíritu, la mente se expande más allá de sus límites tridimensionales y tiene acceso a más elevados niveles de conciencia. El cuerpo tampoco es malo o imperfecto. Tiene dos propósitos. Uno, ser la vasija o el recipiente para el espíritu y dos, interactuar con otros seres humanos en la tierra. El cuerpo simplemente satisface los requerimientos del espíritu al tener una presencia física en un planeta tierra tridimensional. Y el cuerpo funciona de acuerdo con la mente. Hace lo que la mente le dice. Sin la mente, el cuerpo simplemente es una colección de tejidos y huesos; una forma que no puede funcionar, como lo vemos en personas cuya mente se ha dañado y que se encuentran en un estado vegetativo. Cuando emitimos juicios hacia cualquier aspecto de nuestro ser, cuerpo, mente o espíritu, nos salimos de nuestra totalidad para entrar en la separación. Necesitamos cada uno de estos aspectos de nuestro ser para estar el la totalidad, y cuando nos enfocamos en uno pero abandonamos los otros, nos limitamos a nosotros mismos y a nuestra habilidad de cumplir con nuestro propósito. Debido a que el único propósito de cada vida es convertirnos en esa totalidad, sin una parte más importante que la otra, todos los aspectos de nuestro ser están interrelacionados y en sinergia, esperando a que recordemos integrarlos en la totalidad; recolectar esas partes que nos pertenecen para equilibrarlas sin límites energéticos en nuestro ser, trabajando en conjunto con el Universo. Con somos esa totalidad, somos capaces de co-crear porque lo hacemos desde una perspectiva integrada. A través de nuestra historia como seres humanos hemos tenido ejemplos de lo limitado que somos cuando ignoramos nuestra totalidad, y en cambio nos concentramos en un sólo aspecto de nuestro ser. Si nos concentramos en la mente, nos convertimos en intelectuales, controlados por el ego y la lógica, pero con limitada compasión. Si nos concentramos en el cuerpo nos absorbemos en sus necesidades y nuestra atención se reduce sólo al aspecto físico. Si nos concentramos en el espíritu, ignoramos nuestra humanidad y ya no podemos interactuar al nivel humano. Y si nos concentramos sólo en uno de estos aspectos de nuestro ser, estamos en una situación de juzgar y prolongamos la energía de la polaridad la separación. Nuestro viaje a la totalidad requiere que podamos honrar todos los aspectos de nuestro ser porque nuestra misión es convertirnos en seres humanos espirituales, incorporando la espiritualidad en la tercera dimensión para elevarnos y rebasar nuestra humanidad para integrarnos a todas las energías más allá de la tercera dimensión. Y claro que lo podemos logar en esta vida, y de hecho, ya lo estamos haciendo en este momento. Cuando nos concentramos en un aspecto por encima del otro, ignoramos la importancia de cada parte y la contribución que hace cada parte a la totalidad. Si le damos preferencia a una en especial, como la mente por encima del cuerpo, nos desequilibramos. Nuestra experiencia de la totalidad tiene que ver con mantenerse equilibrado. Yeshua(Jesús) nos lo recuerda cuando dijo que “íbamos a estar en el mundo, pero pertenecíamos al mundo”. No podemos ignorar una parte de nuestro ser, por otra. O no podemos juzgar cuál es más importante de las tres. Somos la trinidad: cuerpo, mente y espíritu. Y por medio de la sinergia de esta trinidad, al estar en equilibrio, completamos nuestro proceso de ascensión. Recibimos a través del cuerpo y de la mente, la confirmación del cumplimiento del propósito de nuestra alma. Y es a través del cuerpo y la mente que transmutamos energía para nosotros y para el planeta. Conforme elevamos nuestras vibraciones energéticas, transformamos la presencia tridimensional del cuerpo a su potencial más elevado. Nuestras múltiples hebras de ADN están listas para despertarse una vez que somos capaces de portar físicamente su energía. No tenemos que hacer nada en especial para que ocurra este proceso, más que acordarnos quienes somos y dejar que ocurra el proceso de ascensión. Nuestra única limitación en este proceso es el miedo de nuestro ego de que sea superado por el espíritu, y muera en el proceso. Ese no es el caso de nuestro viaje, ya que nuestro proceso hacia la totalidad es por medio de la integración, no por la dominación. Es la falta de confianza en el espíritu y la ignorancia de nuestra herencia espiritual la que desarrolla esa creencia. La energía humana, cuando se concentra en sí misma, cree que su poder proviene de la dominación, el miedo y el poder. La energía del espíritu incrementa el equilibrio, nos centra y porta la vibración más elevada: el amor incondicional. Es la combinación de todos los aspectos del ser lo que crea al ser humano espiritual, y es lo está creando nuestro viaje hacia la totalidad. Así como nuestro cuerpo contiene todos los aspectos necesarios para funcionar como necesita, funciona con su mayor potencial cuando integra a todos los aspectos de nuestro ser. Sin el espíritu, ni la mente ni el cuerpo puede abarcar el propósito de nuestra alma: crear el cielo en la tierra. El espíritu recuerda el contrato del alma y el cómo lo hemos completado en el pasado. Esa es la razón del por qué nuestra conexión con el espíritu es tan importante ya que éste por sí misma recuerda el motivo por el cual estamos aquí y como podemos cumplir cabalmente nuestra misión. Y nuestro viaje a la totalidad nos trae el objetivo, crear el cielo en la tierra, integrar la energía del espíritu en la experiencia humana para permanecer en equilibrio de cuerpo, mente y espíritu, co-creando con el Universo nuestro hogar en la Tierra. De ser maestros espirituales operando en la vibración milagrosa”. *Busca. Infórmate. Cuestiona. Comprende* “La Verdad Es, Independientemente de lo que te Hayan Enseñado a Creer”. Gracias a Uriel y Jennifer Hoffman por sus enseñanzas. www.urielheals.com