(Diciembre
2018)
Cada vez
que llega el mes de diciembre y conforme se acerca el final del mismo, muchas
personas tienen la tendencia a ser más amables, comprensivas y hasta cariñosas.
Buscan a familiares, a esos que casi
nunca ven, a los amigos, a los vecinos, para desearles lo mejor.
Las
fiestas de fin de año son para muchos un momento lleno de alegría, de
festividad, de oportunidad, de regocijo, momento de poder entregar la mejor de
las vibras a todos.
Y todo eso
está muy bien, pero yo me pregunto ¿por qué será que tiene que llegar el mes de
diciembre para comportarse así?… ¿por qué no pueden mantener ese mismo
sentimiento de dicha a lo largo del año?. Sólo un mes, de doce que tiene un año
como que es muy poco tiempo para compartir, para enviar buenos deseos, para
conectar, para ayudar…
El humano
de la Nueva Tierra es aquel al que no importando si es primavera, otoño, Día de
la Madre, Fin de Año o cualquier festividad que esté marcada por el colectivo
como “de importancia”, se siente feliz, agradecido y bendecido.
Porque
tiene la enorme oportunidad de vivir la vida, su vida, en este justo momento.
No antes ni después, sino ahora. Con tantos retos, adelantos y ajustes que la
humanidad está viviendo.
Como no
sentirse alegre y bendecido cuando el día amanece, cuando hace frío o calor,
cuando llueve, cuando hay tráfico para llegar a la escuela o al trabajo. Cuando
nos da un catarro de esos de antología. Cuando mamá nos recuerda por
quincuagésima ocasión que no olvidemos…. algo, lo que sea. Ese es el trabajo de
las mámás – je.
Todo eso
hace que nos sintamos vivos, que podamos ir corrigiendo aquello en que
procedimos de una manera no muy agradable, hacer algo para que aquello con lo
que no estamos de acuerdo pueda cambiar, de darnos oportunidad para hacer cosas
nuevas o hacerlas de manera diferente (para obtener otro resultado que “el de
siempre”).
Y otro
tema son los propósitos de año nuevo – jaja – ese es otro tema que vale la pena
tocar. Hay que olvidarnos de hacer una lista de 37 cosas que NO cumpliremos,
porque no podemos, no queremos, no es el momento adecuado o no es algo que nos “lata”….
Usualmente esas listas están llenas de propósitos de otros que se reflejan en
nosotros.
Mejor cada
día tengamos algo en mente que deseamos lograr… o, si se trata de algo que
llevará un poco más de tiempo, no le pongamos fecha de término, sino todo el
entusiasmo para llevarlo a cabo y listo!.
Que el tiempo no sea algo que nos presione a tal grado que si no logramos lo
que dijimos que terminaríamos en un mes, nos inunde la frustración.
Hay que
empezar cada día, cada semana, cada mes, cada año, cada estación, cada ciclo de
vida, con un primer paso. Con una respiración profunda y consciente. Mirando
hacia adelante. Con ilusión y entusiasmo.
Claro que
eso es lo que creo yo, pero ¿y tú qué opinas?.
Te
agradezco que hayas visitado este espacio y te mando un saludo Desde Aquí...
Silvia Limón