(Mayo 2017)
En varias ocasiones se nos ha hablado de la
importancia del perdón. Y es que, el que perdona tiene una mente diferente. No
está buscando la aprobación ni el aplauso, sino simplemente dejar ir y a lo que sigue. No tiene caso
quedarse en ese sitio, atorado.
Ya se ha hablado
bastante sobre lo mucho que ganamos al deshacernos de malos
pensamientos, sentimientos grises, rencores y demás cosas que no nos sirven,
que sólo nos estorban para avanzar en la vida, que nos hacen caminar más lento…
actuar más lento… pensar más lento.
¿Alguna vez te has puesto a pensar, detenida y
concienzudamente cuántos asuntos traes guardados, que no has liberado, y que
están ahí –siguen ahí- porque no has querido perdonar? ¿Te ha pasado que de
pronto el estómago te molesta sin razón aparente? o ¿que requieres algo de
creatividad para alguna cuestión y nada te viene a la mente?.
Y es que este sentimiento del “no perdonar” se guarda
en varios lugares: en la mente, donde estás dando vueltas y vueltas sobre
aquella situación; en tu corazón que usualmente es el que se argumenta que “se
rompe” debido a la situación….y en el
estómago, donde sientes que te hace efervescencia por el enojo, donde segregas
todos los ácidos que tu sentimiento trae consigo… TÚ eres quien causa en tu
cuerpo malestar. TÚ eres quien decide que quiere sentirse mal.
Pero la parte más importante de perdonar, es olvidar…
dejar ir. ¿Eres de los que dice “yo perdono, pero nunca olvido”? Pues entonces el caso es aún más complicado,
porque no sólo no has hecho ese sencillo acto de perdonar sino que guardas en
tu ser algún tipo de rencor, envidia, coraje, en fin, que eso que guardas muy
dentro de tu ser lo único que hará en ti es lastimarte o ¡hasta enfermarte!.
Perdona y olvida.
Créeme que es un acto sencillo y muy poderoso.
Cuando dejas ir, te sientes liberado. Feliz. Podría
decir que hasta satisfecho contigo mismo.
Te invito a que lo pruebes, si es que hay algo por ahí
que te está causando conflicto y tal vez lo único que requiera de tu parte es que
perdones y olvides.
Considera que, si no perdonas, creas un lazo con aquel
a quien te resistes a perdonar y que hará que se encuentren una y otra vez,
porque es necesario que cierren el círculo de ese hecho. Y tal vez lo último
que quieras es volver a encontrarte con la persona.
Piénsalo y reconoce que tal vez te encuentres en el
supuesto que te he contado aquí.
Pero vamos más allá. Al perdón más importante. El
perdón para tí, para tus errores y tropiezos. Recuerda algo: ¡Esta vida
terrenal está hecha para poder cometer errores y para aprender de ellos!
Si no nos movemos, si no erramos, difícilmente habrá posibilidad
de aprender, ¿no te parece? Si todo sale bien, si no hay posibilidad de conocer
nuevas cosas, ni aprendemos nuevas formas para hacer las cosas, nunca
aprenderemos nada.
Así que si nos equivocamos de vez en cuando, si
tomamos una decisión que no tiene el resultado deseado, pues ahí está la
posibilidad de volver a intentarlo, de enmendar el camino y de seguir adelante.
Si lo que decides es no perdonar tu error, aquel que
cometiste hace 1 año, hace 10 ó hace 25, estás poniendo una pesada loza sobre
tu espalda. Estás poniendo una venda a tus ojos que no te dejará observar lo
que tienes delante. Si decides castigarte por aquel error, no estarás viviendo
tu vida plenamente, limitarás tu potencial, tu poder, tu Ser.
Por lo que te invito a no pensarlo más, o mejor dicho,
a no darle más vueltas y a perdonar…. y a perdonarte.
Perdona y olvida. Sigue adelante. Tienes una
extraordinaria, plena y muy feliz vida esperando a que te decidas a vivirla plenamente.
Les envío un saludo a todos Desde Aquí…
Silvia Limón