3 de mayo de 2017


(Mayo 2017)
 
El perdón es tal vez una de las cosas más difíciles –o la más difícil- que se presenta en la vida de todo ser humano. Suena raro, parece increíble con las muchas cosas a las que debe enfrentarse a lo largo de su tránsito por este Planeta, pero así es.

En varias ocasiones se nos ha hablado de la importancia del perdón. Y es que, el que perdona tiene una mente diferente. No está buscando la aprobación ni el aplauso, sino simplemente  dejar ir y a lo que sigue. No tiene caso quedarse en ese sitio, atorado.

Ya se ha hablado  bastante sobre lo mucho que ganamos al deshacernos de malos pensamientos, sentimientos grises, rencores y demás cosas que no nos sirven, que sólo nos estorban para avanzar en la vida, que nos hacen caminar más lento… actuar más lento… pensar más lento.

¿Alguna vez te has puesto a pensar, detenida y concienzudamente cuántos asuntos traes guardados, que no has liberado, y que están ahí –siguen ahí- porque no has querido perdonar? ¿Te ha pasado que de pronto el estómago te molesta sin razón aparente? o ¿que requieres algo de creatividad para alguna cuestión y nada te viene a la mente?.

Y es que este sentimiento del “no perdonar” se guarda en varios lugares: en la mente, donde estás dando vueltas y vueltas sobre aquella situación; en tu corazón que usualmente es el que se argumenta que “se rompe” debido a  la situación….y en el estómago, donde sientes que te hace efervescencia por el enojo, donde segregas todos los ácidos que tu sentimiento trae consigo… TÚ eres quien causa en tu cuerpo malestar. TÚ eres quien decide que quiere sentirse mal.

Pero la parte más importante de perdonar, es olvidar… dejar ir. ¿Eres de los que dice “yo perdono, pero nunca olvido”?  Pues entonces el caso es aún más complicado, porque no sólo no has hecho ese sencillo acto de perdonar sino que guardas en tu ser algún tipo de rencor, envidia, coraje, en fin, que eso que guardas muy dentro de tu ser lo único que hará en ti es lastimarte o ¡hasta enfermarte!.

Perdona y olvida.

Créeme que es un acto sencillo y muy poderoso.

Cuando dejas ir, te sientes liberado. Feliz. Podría decir que hasta satisfecho contigo mismo.

Te invito a que lo pruebes, si es que hay algo por ahí que te está causando conflicto y tal vez lo único que requiera de tu parte es que perdones y olvides.

Considera que, si no perdonas, creas un lazo con aquel a quien te resistes a perdonar y que hará que se encuentren una y otra vez, porque es necesario que cierren el círculo de ese hecho. Y tal vez lo último que quieras es volver a encontrarte con la persona.

Piénsalo y reconoce que tal vez te encuentres en el supuesto que te he contado aquí.

Pero vamos más allá. Al perdón más importante. El perdón para tí, para tus errores y tropiezos. Recuerda algo: ¡Esta vida terrenal está hecha para poder cometer errores y para aprender de ellos!

Si no nos movemos, si no erramos, difícilmente habrá posibilidad de aprender, ¿no te parece? Si todo sale bien, si no hay posibilidad de conocer nuevas cosas, ni aprendemos nuevas formas para hacer las cosas, nunca aprenderemos nada.

Así que si nos equivocamos de vez en cuando, si tomamos una decisión que no tiene el resultado deseado, pues ahí está la posibilidad de volver a intentarlo, de enmendar el camino y de seguir adelante.

Si lo que decides es no perdonar tu error, aquel que cometiste hace 1 año, hace 10 ó hace 25, estás poniendo una pesada loza sobre tu espalda. Estás poniendo una venda a tus ojos que no te dejará observar lo que tienes delante. Si decides castigarte por aquel error, no estarás viviendo tu vida plenamente, limitarás tu potencial, tu poder, tu Ser.

Por lo que te invito a no pensarlo más, o mejor dicho, a no darle más vueltas y a perdonar…. y a perdonarte.

Perdona y olvida. Sigue adelante. Tienes una extraordinaria, plena y muy feliz vida esperando a que te decidas a vivirla plenamente.

Les envío un saludo a todos Desde Aquí…
Silvia Limón