(Junio
2017)
Ante el enojo y la frustración….
No sé si lo han notado, pero el grado de enojo, agresión o comportamientos
violentos en nuestras sociedades, aumenta.
No es que anteriormente no existiera ese comportamiento o el tipo de
personas que todo el día están enojadas. Lo que sucede es que al día de hoy,
las personas amables o tranquilas que usualmente no reaccionaban tan fácil a
los estímulos agresivos de otras personas o situaciones, ahora también están
cayendo en esas conductas.
El ambiente tenso, se percibe.
La situación que lo provoca no tiene que ser tan grave o compleja. Hasta el
mínimo detalle está encendiendo la mecha del enojo. La gente ya está a la
defensiva. Esperan el mínimo pretexto para reaccionar de manera agresiva,
justificando su comportamiento. Lo ve uno en la calle, al manejar, en la
tienda, en la oficina y tristemente en el último lugar donde debería de hacerse
presente este tipo de conductas: en la casa. Y claro, con las últimas personas
con las que deberíamos enojarnos: nuestros seres queridos.
Y, ¿qué es lo que provoca este tipo de reacciones? ¿De dónde se desprende
esta actitud tan a la defensiva y de desconfianza?
¿En los problemas de desigualdad? ¿Por los políticos? ¿Por el escenario
global? ¿Por los cambios planetarios? ¿Por las noticias en televisión?
¿Y entre las personas que nos consideramos “exploradores de los nuevos
potenciales en la Tierra” -según esto- más tolerantes, más sensibles,
informadas y flexibles?
¿Será que la fórmula mágica del maestro del libro que acabamos de leer, no
nos está funcionando? Y nos frustra.
¿No será que el último curso que acabamos de asistir no resultó tan
prometedor como lo anunciaron? Nos incomoda.
¿Quizá el audio que descargaste por no sé cuántos dólares no incluía las
respuestas para solucionar tus problemas apremiantes? Te enoja.
¿Probablemente ya te cansaste de escuchar las mimas ideas en cada sesión de
tu Maestro, Gurú o Canalizador favorito, sin que realmente encuentres que tu
vida mejore? Comienzas a dudar si en verdad es cierto.
Y entonces, ¿qué hacemos?
¿Nos resignamos?
¿Seguimos rezando las mismas oraciones, pero ahora con más fervor?
¿Tenemos que meditar más horas, pero en ayunas?
¿Debemos recuperar la estampita del poder que guardamos en lo profundo del
cajón del despacho, cuando decidimos ya no creer en estampitas, cruces o medallas?
Los “10 pasos para Manifestar”, que aprendimos en el último viaje al
“Congreso…..de Metafísica……., celebrado en ……”.
¿Qué hacemos?
¡Uff! Tantas respuestas y ninguna a la vez.
Sin embargo, de lo que sí estoy seguro es que no tenemos por qué caer en esa
misma dinámica de reacción en cadena que se está presentando en el mundo.
¡Claro que hay cosas que me enojan! ¡Claro que hay cosas que me indignan!
Muchas de ellas no están en mis manos. ¿Para qué me frustro por no poder hacer
nada con aquello que no puedo controlar? Ya sea políticos, otros países,
vecinos, empresas, etc.
Pero lo que sí puedo hacer y debo estar haciendo es ser consciente de todas
aquellas conductas y reacciones que son mías o que yo genero en los demás. Esas
sí las puedo controlar y debo poner el ejemplo con mi conducta, de lo que
espero ver reflejado en los demás.
Sí, mi conducta es un espejo en el que se reflejan las actitudes y
reacciones de los demás.
De ahí que antes de ocuparme por los asuntos del otro lado del planeta o en
los países vecinos, me concentro en los míos en la vida diaria.
Sí, por su puesto, envío el mejor de mis pensamientos y buena vibra a esos
lugares tan conflictivos donde hay guerra, hambre, descontento social y odio.
Incluyendo nuestros hermosos países latinoamericanos porque ¡vaya que hay
conflictos!
Sin embargo, lo único que está en mis manos es reconocer, corregir y
cambiar lo que yo soy, lo que yo emito y la manera en que percibo e interpreto
las reacciones y conductas de los demás. Ahí es donde comenzamos un verdadero
proceso de transformación.
¿Me enoja que el presidente de tal país sea terco, necio, racista y
cerrado, cuando yo soy exactamente igual o peor en mi casa o en mi oficina?
¿No soporto el grado de corrupción y descomposición en las instituciones de
gobierno, pero yo soy el primero en dar sobornos para que se agilicen los
trámites en el municipio, o si me paso un alto, de inmediato le doy un billete
al patrullero para que me deje ir?
¿Me enerva el trato que se le da a la mujer en otros lugares, pero hago lo
mismo con las mujeres en mi casa o en la oficina?
¿Me desagrada la gente informal, impuntual, poco seria, pero yo fallo
también en esos rubros o en más?
Ya no.
Empiezo por mí, me ocupo de lo mío y siempre buscaré realizar todo lo que
haga para que esté en armonía con los demás. O por lo menos ese es mi dominante
aspiración y me muevo en ese sentido.
¿Y Tú?
Aunque parezca imposible, no caigas en las trampas que te ponen los demás.
Y me refiero a sus conductas y reacciones. Son trampas visibles, fáciles de
identificar, y sin embargo, caemos en ellas al momento de responder una
agresión. Sí, manejando el vehículo. En una fila del banco. En una discusión en
la ventanilla de atención a clientes. Con el vecino molesto que no deja de
causarte problemas. Alegando con el padre del compañerito de tu hijo, que no
deja de molestarlo.
Busca ser cortés. La educación y su expresión por medio de la cortesía, la
tolerancia y la paciencia, son herramientas para no dejarse llevar por las
conductas violentas que comienza con un simple incidente.
La flama está a la vista de todos, no seas tú el que le eche gasolina para
que se encienda.
Si muestras educación y estás consciente de que las reacciones de los demás
no son contra ti particularmente, sino que las circunstancias han hecho que las
personas sean agresivas con todos y por cualquier cosa, entonces entenderás el
valor de mantenerte ecuánime, tranquilo, evitando caer en las trampas y
sabiendo que no tienes que enfrascarte en una discusión que no te va a llevar a
ningún lado.
Si te mantienes tranquilo, sereno, serás conscientes de tus respuestas y
tus reacciones. Probablemente no tendrás que arrepentirte después de lo que
digas o de lo que hagas. Te mantendrás alerta, con todas tus capacidades y
habilidades listas, por si las tienes que usar. Y de esta manera, cuentas con
más posibilidades de evitar o salir bien librado de una situación difícil.
No, no confundas cortesía con debilidad. Educación, por falta de valor.
Sencillamente es darte tu lugar, defender tu posición o punto de vista, tu
espacio, respetando el de los demás y dejando que ellos vivan su realidad, sin
involucrarte.
Comienza tú. Cambia tú. Pon el ejemplo tú.
Si no lo haces, ¿quién más lo hará?
Hay mucha gente que está esperando que alguien más haga lo que ellos mismos
deberían estar haciendo. Por eso no hacen nada.
Pues bien.
Comienza tú. Cambia tú. Pon el ejemplo tú.
Si no lo haces, ¿quién más lo hará?
Con respeto
Roberto Mendoza C
*Busca. Infórmate. Cuestiona. Comprende*
“La Verdad Es, Independientemente de lo que te Hayan
Enseñado a Creer”