5 de diciembre de 2017



(Diciembre 2017)

Termina un año y muchas personas sienten la nostalgia de lo que no pudieron hacer o alcanzar durante los pasado trescientos y tantos días.

Regresemos a diciembre del 2016, particularmente al día 31, a las 23:50.

Entre risas esperanzadoras y llanto nostálgico, ahí está uno devorando las uvas con los buenos propósitos de año nuevo. Y nos atragantamos….de uvas y de buenos deseos.

Y al compás de las campanadas que anuncian la llegada de un nuevo año, se nos acaba el tiempo para llenarlo de buenas intenciones:

“Ahora sí Dios mío, te juro desde mis entrañas que voy a dejar de ser tan egoísta…..”

“No hay duda, a partir del martes, al gimnasio, todos los días….”

¿Qué les parece éste?:

“Nada qué, desde el segundo día de enero, me levanto temprano, salgo a correr, dejo a los niños y llego puntual a la oficina…”

O éste:

“Ya no voy a ser tan rencoroso…ahora sí voy a perdonar…”

¿Quién no ha tenido momentos delirantes como éste?:

“Ahora sí no te voy a fallar Dios mío. Todas mis acciones durante el año que inicia están dirigidas a pedirte perdón....."

O el que trata de componer los daños colaterales:

“…y voy a pedirle perdón a mi ex esposa a mis hijos por el daño que les hice. Bueno, pero es que ella empezó todo…”

Y sin duda, los básicos de cada año:

“Ahora sí voy a bajar de peso…” “Se acabó el cigarro….” “No más calorías en mi dieta…” “Me voy a volver vegetariano…” “Ya es tiempo de ahorrar…” Entre muchos otros.

Todos sabemos en qué acaban los buenos deseos. Ni siquiera dejamos que llegue febrero y las promesas incumplidas se convierten en lamentaciones secundarias que terminan siendo temas de conversación entre compañeros de oficina y familiares.

De ahí que en este día yo quiero hacerte una invitación respetuosa: no más promesas. No más buenos deseos al ritmo de las campanadas y el atraganto de tanta uva.

¿Qué te parece –en cambio- un solo propósito? Tener la mejor disposición para ser distinto, y con ello, aceptar las cosas que debemos cambiar para conseguir lo que anhelamos. Una cosa a la vez. Paso a paso. Comprometidos, determinados a cumplirlo.

Y ya que se haya conseguido un avance considerable o la consecución del objetivo, en verdad que el siguiente propósito es más fácil de alcanzar. Uno a la vez.

De esta manera nos concentramos en un solo esfuerzo, supervisamos lo que estamos logrando, lo celebramos paulatinamente y dejamos que la situación transcurra sin presionarnos, permitiendo lo que es apropiado para que las cosas pasen. Sin forzar nada.

Y lo que sí es muy importante al momento de hacer un tránsito de energías como las que se presentan en momentos de cambio –en este caso de un año al otro- es la actitud que asumas.

Sí, las condiciones emocionales con las que termines una etapa y comiences otra.

Por ejemplo, si llegas a casa después de un día tedioso y difícil, es recomendable que antes de acostarte para dormir, dejes a un lado esos sentimientos incómodos para llegar al sueño habiendo entendido, perdonado y más tranquilo para poder descansar.

Si lo haces, lo más seguro es que tu siguiente día comience o te depare cosas proporcionales a esa carga emocional con la que terminaste el día anterior.

Lo mismo sucede si te acuestas preocupado o de malas. Es probable que tu día comience de manera similar a como lo dejaste.

Bueno, si esto tiene sentido para ti, recuerda que la manera en la que termines el año dicta en gran medida la forma en la que comienzas el siguiente.

Así que revisa tu estado emocional, ten cuidado de los lugares o personas que frecuentas, no te aventures a tomar decisiones que no te convencen del todo, ya que la energía que generes en todo ello puede afectar las condiciones con las que inicies el 2018.

Y no lo olvides, tan solo es una invitación a que consideres estos factores. Al final de cuentas, tú eres quien tiene la última palabra.

Usa este tiempo decembrino de descanso y festividad para ser agradecido con la vida.

Y si no te gusta lo que hiciste o lograste en el 2017, no culpes a los factores externos, mejor revisa tu actitud, tu proceso de aprendizaje, las enseñanzas que no has permitido y se siguen repitiendo una y otra vez hasta que entiendas que el cambio es obligado, ya no es una opción.

En fin.

Disfruta esta época decembrina en compañía de las personas que más quieres, y sé tolerante con las que no puedes relacionarte. Eso implica las reuniones familiares obligadas en donde las tías, las abuelas y los primos te van a cuestionar el por qué no te has casado, o no has tenido un bebé como tus primas de provincia, o el comentario obligado durante estas reuniones: “¡ay hija, otra vez vienes sola!…¿qué no tienes un novio que te acompañe?…”

Control, tolerancia, paciencia y buena cara. Total, esas reuniones solo son una vez al año.

Reciban un cordial abrazo y las mejores vibraciones.

¡Felices Fiestas!

Con respeto,
Roberto Mendoza C.

*Busca. Infórmate. Cuestiona. Comprende*
“La Verdad Es, Independientemente de lo que te Hayan Enseñado a Creer”