(Junio 2018)
Las experiencias deben enseñarnos algo. Por lo
menos a repetirlas y mejorarlas si fueron buenas, o A modificar una conducta o
reacción si fueron malas, para que la siguiente vez que se presente algo
similar, el resultado sea distinto.
Cuando el resultado de la experiencia es positivo,
uno no presta mayor atención y sigue con su día normal. Cuando es negativo, te
detienes, lo lamentas o lo maldices, pero pocas veces reflexionas y
constructivamente te das un tiempo para reflexionar qué sucedió, entenderlo y
replantearlo.
Pero si cada experiencia es un dador de riquezas
para nuestro tesoro de vida, la siguiente vez que tengamos una significativa
debiéramos prestar atención a sus resultados, porque precisamente son el
indicativo de lo que estamos creando, y por ende, del nivel vibracional que las
creó, o en su caso, que las atrajo.
Ese pudiera ser un instrumento de medición para
saber nuestro nivel de vibración: si está muy alto o si está muy bajo. Con ello
aprenderemos a darnos cuenta que si lo que se está manifestando en nuestra vida
no es aquello que deseamos, entonces deberíamos de cambiarlo.
Tendríamos que replantear la intención de lo que
queremos, modificar la manera en la que pensamos y ajustar la forma en la que
actuamos.
Sí. Se requiere de nuestra intención total.
Mientras más noble sea, mejor. Pensamientos más claros, sentimientos más nobles
y emociones mejor ancladas a nuestra esencia, nos ayudarán a crear una realidad
más apegada a lo que deseamos y con nuestra participación directa, entendiendo
que los externos –personas, lugares, cosas- sí son factores que influyen en
nuestra vida, pero porque se los permitimos y no hacemos nada al respecto.
Aunque nos cueste trabajo, seamos conscientes de lo
que estamos produciendo en nuestra vida porque es el indicativo más directo de
lo que estamos pensando, sintiendo y vibrando.
Cada experiencia el sentido mismo de la vida-
no tendría por qué ser mala ni buena, sino simplemente una maestra que con
agrado nos muestra el resultado de nuestras decisiones y actos.
La invitación es directa. ¿No te gusta lo que se
presenta en tu vida? Modifícalo.
¿Cómo?
Piensa distinto, sé diferente. Eso hará cambiar tu
nivel de vibración y con ello, tendrás una intención más pura, mejores
pensamientos en donde incluyas el bienestar de todos en armonía con el tuyo, y
por ende, mejores resultados en tu vida diaria.
No lo olvides, eres creador de tu realidad. No
puedes crear la de nadie más, incluyendo la de tus padres y de tus hijos. Solo
puedes cambiar y mejorar la tuya. Pero al hacerlos, les envías un mensaje muy
claro a los demás sobre su propia capacidad de cambiar la de ellos.
Piénsalo.
No. Mejor, ¡házlo!
Con cariño y respeto.
Su amigo,
Roberto Mendoza C.
*Busca. Infórmate. Cuestiona. Comprende*
“La Verdad Es, Independientemente de lo que te Hayan
Enseñado a Creer”