1 de noviembre de 2012

NUEVA ENERGIA * ¡Cambia tu Destino!*


Jennifer Hoffman quiere que nos demos cuenta que el destino no está escrito. Es sólo una forma de iniciar por el camino de la vida. Conforme avanzamos, aprendemos y decidimos, lo podemos cambiar. Así lo dice en “Destiny & Purpose” (El Destino y el Propósito).

Utilizamos la palabra Destino cuando describimos las cosas que nos han sucedido en la vida y creemos que son modelos pre-programados que debemos seguir sin importar qué es lo que hubiéramos querido hacer. Nuestro destino aparentemente nos jala en cierta dirección en donde no tenemos control sobre lo que nos sucede. Creemos que el destino es el propósito de nuestra vida y aunque ambos elementos están conectados, su relación es relativa. El destino es parte del propósito de nuestra vida, pero nuestro propósito de vida se extiende más allá del destino.

Dentro de nuestro destino está el propósito de cada encarnación: sanar energías que no tienen integridad con respecto a los deseos de crecimiento, transformación y ascensión de nuestra alma. Viéndolo así, el destino es esencial para el propósito de nuestra vida porque tenemos la información para responder al llamado del alma que busca sanación.

Pero el destino no es la respuesta final, aun cuando transitamos por ese camino y pareciera que nos cuesta mucho trabajo salirnos. Podemos quedarnos atorados dentro de nuestro destino por la creencia de que es lo que el Universo nos ha preparado para nuestra vida. Pero lo hemos creado nosotros y es el punto desde el cual comenzamos nuestro viaje de vida. Pero en ningún momento significa que tenga que ser el final.

El destino es el lugar donde comenzamos nuestra vida y es como empezamos a tener relación con las demás personas, situaciones, eventos y –lo más importante- las frecuencias energéticas que necesitamos para completar el propósito de nuestra vida, que básicamente es por encima de todo, sanar nuestro karma. Por eso entenderíamos que estamos “destinados”, porque se establecen las condiciones iniciales de nuestro camino en nuestro viaje de sanación.

Sin embargo, no tenemos que llevar esa carga toda la vida a menos de que nos olvidemos de nuestro propósito de sanación y nos quedemos en esas energías originales.

Si creemos que el destino es un mandato universal, mejor pensemos que sólo es un aspecto de nuestra viaje diseñado para conectarnos con nuestro mayor poder: el de elección. El destino es la base de nuestra vida, pero somos nosotros los que decidimos seguirlo cuando recordamos que nuestra capacidad de libre elección se extiende a cada aspecto de nuestra vida.

Existen cuatro componentes que crean el paradigma del destino. Estos son, la lección del alma, que es la energía de nuestro destino; las personas que son miembros de nuestro grupo álmico y que participarán en nuestra experiencia; las situaciones y eventos que se presentarán en nuestro camino, y las elecciones o decisiones que tomamos a lo largo de la vida. Todos esos componentes se presentan con puntualidad divina cuando nuestra alma sabe que estamos listos para vivir nuestro destino y poder tomar decisiones que nos ayuden a sanar.

¿Por qué nos cuesta trabajo lidiar con el destino? Porque estamos en el espectro de sanación de nuestras energías y debemos encarar nuestros miedos. También se hacen presentes nuestras energías kármicas y se activa nuestra memoria celular recordándonos el pasado, y con ello todas las energías de culpa y vergüenza que conservamos. Por medio de esas energías creemos que debemos pagar por los pecados y ofensas que cometimos. Creemos que no somos merecedores de nada mejor, y que al revivir nuestro pasado aferrándoos al destino, reparamos lo que hemos hecho y recibimos el castigo que merecemos. Pero no lo debemos entender así.

El destino es como una prueba con dos respuestas posibles. Una es la obvia, seguir con el destino. La otra es como la elaboración de un ensayo en donde podemos escribir nuestros pensamientos y creencias, las acciones que debemos emprender y los resultados que queremos alcanzar. Muchos eligen la primera respuesta en lugar de escribir su propia historia porque no creen que exista esta opción. Pero sí existe y siempre ha estado ahí.

Cuando logramos entender el potencial sanador del destino y las decisiones que podemos tomar, entonces el destino se convierte en un vehículo de entendimiento que nos permite elegir otro camino, uno en donde desarrollemos el conocimiento para entender que ese destino fortalece nuestra resolución por vivir alegremente, en paz, amor, prosperidad, y entonces elegir aquello que lo haga posible.

*Busca. Infórmate. Cuestiona. Comprende.*
“La Verdad Es, Independientemente de lo que te Hayan Enseñado a Creer”.
Gracias Uriel y Jennifer Hoffman por sus enseñanzas
www.urielheals.com