(Abril 2018)
Supongo que alguna vez han escuchado eso del niño
“interior”.
Hoy en día es un tema que del que se habla desde la
psicología hasta la metafísica. “Habla con tu niño interior”, te dicen algunos
autores. “Siente al niño que llevas dentro”, dicen los psicólogos. “Escúchalo,
es tu niño interior que te está buscando”, dicen los Yoguis.
Y tú, ¿ya encontraste a tu niño interior?
En muchos de nuestros países se festeja el Día del
Niño este mes. Un día, cada 364.
Y ese festejo sólo está socialmente permitido hasta
que cumples los…¿qué será?, ¿los 10 o 12 años? A los 13, ya te da pena que vean
que tu mamá te lleva a la escuela. Y lo peor que le puede suceder a un niño de
13 años: que sus compañeros lo vean que se despide de beso.
Conforme crecemos, ese recuerdo de que fuimos alguna
vez niños, se nos olvida. Más bien, la sociedad y la familia nos apresuran a
crecer y que se nos olviden esas imágenes de felicidad, despreocupación y
juegos día y noche.
“Crece, ya no eres un niño(a)”, te dice tu mamá.
“Compórtate como el hombre que eres”, te recuerda tu
papá.
“Madura, pareces escuincle(a)”, te recuerda tu
novia(o).
“Ni un niño tiene esa conducta”, se apresura a decir
tu esposa(o).
Es decir, con orgullo podemos decir que eres un adulto.
Hecho y derecho. Tienes un empleo, un auto, un hogar -dinero quizá-
responsabilidades….y con ello también angustias, problemas, temores, presiones,
enojo, envidias, avaricia, rencor, egoísmo, insomnio, malestares, enfermedades
y poca tranquilidad.
Pocos, muy pocos en verdad, disfrutan lo que tienen y
se dan el tiempo de compartirlo con quienes los estiman.
¿Recuerdas la última vez que comiste como niño? ¿O
reíste como niño? ¿O jugaste como niño?
“No”, me dirás, “ahora soy un adulto con obligaciones”.
Sí, ya lo mencionamos, y con ello también angustias, problemas, temores…etc.
Si todo tu salario se va en medicinas, tratamientos,
seguros, colegiaturas, la pensión, el divorcio, demandas y abogados,
probablemente eso de dedicarte un tiempo para ti y volver a divertirte como lo
hacías en la infancia, puede sonarte disparatado y realmente tonto.
¿En verdad?
Quizá no.
Y aquí es donde volvemos al niño interior.
Yo no sé si en realidad exista algo como tal, un niño
en nuestro interior al que debamos escuchar. Lo que sí me queda claro es que si
está ahí, más que escucharlo deberíamos expresarlo.
El común denominador es que cuando eres niño, nada te
duele, te ríes de cualquier tontería y juegas con cualquier cosa que te
encuentras. Antes de los videojuegos y el móvil, a un niño le bastaba la
imaginación para jugar con unas ramas, telas rotas, piedritas o los charcos de
agua.
La vida era sencilla. Tus papás te daban lo que
necesitabas y algunas veces, lo que querías. Cuando te pasaba algo, llorabas,
hacías un berrinche, y quince minutos después ya estabas jugando de nuevo,
riéndote y ni quien se acordara de lo anterior.
Me queda claro, no soy tonto: un adulto tiene
responsabilidades. Pero en esta nueva época de cambios y transformaciones
radicales, ¿no valdría la pena convertirse en un niño adulto?
Sí, ese que sabiendo sus compromisos se da tiempo para
cuidarse y disfrutar de las cosas simples que lo hacen reír y sentir paz. Sí,
ese que aprende a no abrumarse con lo que no puede controlar y se concentra en
lo que sí está en sus manos.
A pesar de todo lo que gira alrededor de un adulto,
recordar, revivir o volver a sentir esa actitud de niño tendría que ser una
delas opciones más sensatas en un tiempo caótico como el que estamos viviendo.
Intenta recordarlo, luego sentirlo y finalmente
expresarlo. Sí tu solito. Primero, que nadie te vea. Después ya te irás
acostumbrando a que los demás se burlen de ti por tu nuevo comportamiento.
Hazlo, de verdad. Y te vas a sentir muy bien. No me
creas. Hazlo.
Y lo mejor de todo. No tienes que hacerlo un día en
abril, sino 365 durante un año.
¿Te parece muy tonto lo que te estoy proponiendo?
Discúlpame, es mi niño interior el que en esta ocasión
está escribiendo.
Con cariño y respeto.
Su amigo,
Roberto Mendoza C.
*Busca. Infórmate. Cuestiona. Comprende*
“La Verdad Es, Independientemente de lo que te Hayan
Enseñado a Creer”