1 de marzo de 2011

NUEVA ENERGIA *Culpa y Vergüenza ¡Descártalos!*

Otro bello mensaje de Jennifer Hoffman en donde se nos hace la invitación para que dejemos de una vez por todas de sentirnos culpables o avergonzados. El título del artículo es “Guilt and Shame” (Culpa y Vergüenza).
Los cambios energéticos abren nuestros corazones a la divinidad que somos. Entre más lo hace, más nos damos cuenta de las energía densas y obscuras que portamos. Y vemos las conexiones que tienen esas energías con nuestras limitaciones, tristezas y frustraciones. Algunas las podemos separar fácilmente porque desprendemos las experiencias que nos aportan. Si aprendemos a no apropiarnos del comportamiento de otras personas, será más fácil desprendernos de la traición y la decepción.
Incluso podemos deshacernos de los sentimientos de abandono cuando entendemos que las demás personas aman y nos dan lo que tienen, aunque sus recursos sean limitados. Pero estas emociones tienen residuos de culpa y de vergüenza que son más difíciles de procesar y se quedan con nosotros, como una mancha en nuestro corazón, hasta que somos capaces de solucionar los aspectos emocionales. La culpa y la vergüenza son unas de las emociones más desafiantes porque son difíciles de entender y están interrelacionadas con nuestra historia física, espiritual y emocional.
Nos sentimos culpables sobre las cosas que hacemos o decimos, o dejamos de hacer o decir, o de las oportunidades que hemos desaprovechado. Cuando nuestra vida se sale de control, el miedo aumenta, pero se ensombrece por la culpa que sentimos por haber dejado que las cosas llegaran hasta el lugar donde se encuentran. Nos castigamos con esa culpa porque creemos que lo pudimos haber hecho mejor y prevenir esa situación. Además, agréguenle el sentimiento de haber decepcionado a otras personas y a nosotros mismos. Con razón nos deprimimos y no somos capaces de realizar cambios.
Aquellos que sufren por las enseñanzas católicas, recibieron su porción de culpa, lo que incluye el camino de la condenación eterna por no merecer la comunicación directa con Dios. Probablemente nuestros padres utilizaron la culpa para que no dejáramos una migaja de pan en el plato a la hora de la comida (“porque hay niños muriendo de hambre en África”), para comportarnos (“vas a lastimar a tu madre si avergüenzas a la familia”), o para seguir la profesión que ellos creían era la indicada para nosotros (“me voy a sentir muy orgulloso de que seas doctor o abogado”).
Así la culpa fue la razón por la que actuamos, no porque fuéramos en contra de lo que queríamos, sino porque no queríamos ser el motivo de la tristeza o la decepción de otras personas.
¿Cuántas veces no decimos “sí” cuando en realidad queremos decir “no”, sólo por evitar herir a una persona y no sentirnos culpables? ¿Cuántas veces nos sentimos obligados a realizar algo para evitar sentirnos egoístas A menudo decimos que sí y la culpa crece. Existe culpa en la persona que pide y culpa de nuestra parte, además de resentimiento por no satisfacer nuestras necesidades. La culpa es una emoción molesta y pesada que podemos superar cuando recordamos que tenemos el poder de elegir y de actuar en nuestra vida.
La vergüenza es una emoción más destructiva porque emana desde nuestro interior, desde un centro que piensa no tener valía y que defina la manera en la que nos percibimos. Este sentimiento central se expande a cada área de nuestra vida, estableciendo nuestras vibraciones energéticas a niveles muy bajos, que nos sentimos que no somos merecedores de muchas cosas.
La persona que nos avergüenza, lo hace desde su propio centro de vergüenza, y en donde la culpa es motivo de manipulación, la vergüenza implica destrucción. Cuando nos sentimos avergonzados nos sentimientos que no somos suficientemente buenos, correctos o adecuados. Y nos avergonzamos cuando creemos fallamos, sin darnos cuenta que la misma vergüenza es la responsable de nuestro fracaso.
Conforme procesamos mayores cantidades de energía, lo que ha estado acechando en el fondo del barril se aparece en nuestras vidas para que lo revisemos. Ya hemos revisado las energías fáciles, pero ahora nos preparamos para otro tipo, que son los cimientos de nuestra autodestrucción y sabotaje. No importa que tanta culpa o vergüenza sentimos, todo es autodestructivo y desafiante.
En cualquier momento que sentimos que abusan de nosotros o nos manipulan, la culpa y la vergüenza se hacen presentes de alguna manera. Si te abruma el miedo al éxito o al fracaso, ¿cuál es la culpa o la vergüenza que te limita o te impide realizar tu verdadero potencial? ¿Cómo lo sanamos y nos desprendemos de él? Esa es nuestra llave para liberarnos. En las áreas donde nos sentimos atorados, debemos revisar las cuestiones de culpa o vergüenza. Y aquí es donde restringimos el acceso a las bendiciones de la vida porque esos factores nos impiden estar conectados completamente con nosotros, perseguir nuestros sueños y creer que merecemos vivir, amar, estar alegres y tener éxito.
Cuando la culpa y la vergüenza surgen en tu vida, observa su procedencia, quiénes están implicados, cuál es el mensaje detrás de ellos y recuerda que vales mucho como chispa divina del Creador, que eres merecedor de los deseos de tu corazón y deja que la culpa y la vergüenza se vayan de tu vida para que sean reemplazados por amor, por tus sueños, tus milagros, la alegría y la abundancia que son tu derecho divino de nacimiento.
*Busca. Infórmate. Cuestiona. Comprende.*
“La Verdad Es, Independientemente de lo que te Hayan Enseñado a Creer”.
Gracias Uriel y Jennifer Hoffman por sus enseñanzas www.urielheals.com