1 de marzo de 2011

NUEVA ENERGIA * Y ¿Dónde Está....? *

Geoffrey Hoppe comparte una reflexión interesante en su columna mensual del boletín informativo “Shaumbra News”. Con el título de “Where is God?” (¿Dónde está Dios?), Geoffrey plantea de una manera sencilla y seria la pregunta clave sobre el lugar donde existe ese Ser Superior, al que le llamamos de diversas maneras, según nuestras propias creencias.
En medio del caos y las guerras sangrientas nos preguntamos, “¿dónde está Dios?” Cuando sismos violentos acaban con la vida de miles de personas, nos preguntamos “¿dónde está Dios?” Cuando un ser querido muere en un accidente automovilístico, nos preguntamos “¿dónde está Dios?” Cuando leemos en las noticias sobre violaciones de mujeres o abusos de niños, nos preguntamos “¿dónde está Dios?” En nuestra propia noche obscura del alma, cuando todo parece haber fallado y nuestra vida parece estar en un vacío, imploramos la presencia de Dios, pero no escuchamos ninguna voz que nos responda; ni la de Dios, ni la nuestra.
¿Dónde está Dios? Buscamos a este escurridizo Ser en las iglesias y en los libros, queriéndolo encontrar por medio de gurús y santos. Por lo regular es lo primero en lo que pensamos cuando nos despertamos por la mañana y es lo último que pensamos antes de sumergirnos en nuestros sueños. Nos tratamos de comunicar con el espíritu en nuestras oraciones, en nuestras meditaciones en por medio de nuestras lágrimas.
Tenemos varios nombres para ese Ser que andamos buscando: Espíritu, El Ser Eterno, Yavé, Allah, Creador, Luz, Fuente, Ishvara. Algunos niegan la existencia de Dios, aunque la mayoría reconoce la presencia de un Ser Divino e Infinito, incluso si ellos no han tenido algún encuentro cercano con “aquel de quien no se puede hablar”.
Algunos piensan que Dios es la Naturaleza. Otros, que está en nuestro interior. Pero la mayoría pasa sus vidas sin una relación íntima con este Ser. La mayoría tiene un deseo sincero de conocer a Dios, pero renuncian a conocerlo hasta que lleguen a un cielo, igual de desconocido.
Considero que Dios está aquí, en esta misma realidad física. Conmigo, alrededor, en otras personas, en la naturaleza y en las dimensiones que nos rodean. El espíritu está en cada respiración, en cada paso que doy, en cada minuto de mis días.
Pero, ¿en dónde está Dios? ¿Por qué no se me aparece? Me pregunto el por qué no puedo ir más allá de mi estado mental para saber y comprender, ver y escuchar a este Ser del que quiero acordarme con ansia. Si amo tanto a Dios, ¿por qué no me deja verlo?
Yo sé la razón. Y me sorprende que tuviera que plantearme esa pregunta, pero lamentablemente, pretendía no saberlo. El día de hoy salí para contemplar un hermoso atardecer de invierno en Colorado y fumarme un cigarro. Ni siquiera pensaba en la pregunta de ¿dónde está Dios? No sé lo que pensaba, pero no era importante.
Supongo que me lo había preguntado tantas veces, que finalmente encontraría la respuesta. Y así fue. Quizá en esta ocasión no se me olvide porque la estoy escribiendo.
Dios siempre ha estado aquí. Pero la luz del Espíritu es tan pura, simple e intensa, que me desintegraría si la contemplara. Tiene tanto amor y compasión que me rompería en pedazos ante sus presencia. Es de tal magnitud, que me arrasaría mi obscuridad –una parte de mí que se ha desarrollado a lo largo de miles de años- y temo que no quedaría nada de mí.
La esencia de Dios me suspiró con suavidad estas palabras: “ámate como yo te amo, y entonces podrás contemplarme. Ámate y me recordarás”.
La luz del espíritu es magnífica. Pero le cerramos la puerta por temor a que nos aniquile si vislumbramos tantita. Atrancamos la puerta al mismo tiempo que imploramos la presencia del espíritu. Y regresamos a nuestra rutina diaria preguntándonos “¿dónde está Dios? Y en esa rutina se nos vuelve a olvidar que debemos amarnos a nosotros mismos. Y regresamos a estudiar a Dios, les preguntamos a otras personas dónde está y lo buscamos en las cosas externas. Por la noche nos acostamos con la esperanza de que el siguiente día encontremos finalmente el amor de Dios.
A final de cuentas, cuando el amor por nosotros mismos supere nuestra añoranza por Dios, habremos de conocer lo inconcebible.
*Busca. Infórmate. Cuestiona. Comprende*
“La Verdad Es, Independientemente de lo que te Hayan Enseñado a Creer”.
Gracias a Geoffrey Hoppe por sus enseñanzas. www.crimsoncircle.com